El cardenal cubano Jaime Ortega Alamino se reunió con un ex capitán de la inteligencia cubana preso

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El cardenal cubano Jaime Ortega Alamino se reunió con un ex capitán de la inteligencia cubana preso en La Habana por espiar para Estados Unidos, y quien según se ha informado ahora tiene problemas de salud por una huelga de hambre de tres semanas para exigir su liberación.
Ernesto Borges Pérez, un ex capitán de la sección de contrainteligencia del Ministerio del Interior, fue condenado en un juicio militar de un día en 1999 y sentenciado a 30 años, acusado de alta traición por pasar secretos a diplomáticos estadounidenses en Cuba.
Su padre afirmó que Borges, graduado de una escuela de la KGB, dio a Washington los nombres de 26 agentes de inteligencia cubanos que estaban a punto de infiltrarse en Estados Unidos y Europa, y pidió la ayuda de Estados Unidos para conseguir su libertad.
Borges inició una huelga de hambre en enero en la cárcel del Combinado del Este de La Habana para exigir su libertad condicional. Ha estado encarcelado durante 14 años, y el código penal militar de Cuba permite la libertad condicional después de cumplirse la tercera parte de la condena.
Borges detuvo el ayuno durante unos días, después de que los funcionarios de prisiones se comprometieron a revisar su caso, y lo comenzó de nuevo el 10 de febrero al serle negada la libertad anticipada, afirmó a El Nuevo Herald el miércoles su padre, Raúl Borges, en una llamada telefónica desde su casa en La Habana.
El portavoz de Ortega, Orlando Márquez, confirmó que éste se reunió con Borges durante más de una hora el martes, pero declinó hacer comentarios sobre lo que discutieron. Márquez también describió a Borges como un “converso al catolicismo”, y dijo que los dos hombres estaban en contacto “desde hace varios años”, pero no dio otros detalles.
La visita a la prisión fue un raro gesto por parte de Ortega, que por lo general se aleja de los temas delicados, a pesar de que ha intervenido ante el gobernante Raúl Castro para poner fin a los acosos gubernamentales de algunos disidentes y organizar la liberación de cerca de 115 presos políticos del 2010 al 2011.
“Esto indica que la comunicación entre la alta jerarquía de la Iglesia y el gobierno sigue abierta”, afirmó en La Habana el activista de derechos humanos Elizardo Sánchez Santa Cruz. “Es una visita esperanzadora”.
Raúl Borges dijo que, en efecto, había pedido a la Iglesia Católica, así como a “la comunidad internacional y a muchos países democráticos”, que intercedan a favor de su hijo, pero que supo de la visita de Ortega sólo después, a través de un sacerdote de su vecindario.
Amplió que su hijo parecía estar “en una situación verdaderamente dantesca” durante la última visita a la cárcel el sábado. Ha perdido unas 40 libras, casi no puede caminar, le falta el aliento, habla con frases entrecortadas y tiene dolores en el pecho y el abdomen.
Borges sufre de arritmia cardíaca, presión arterial muy baja y artritis. Sin embargo, fue llevado en cadenas a la visita de su padre y su madre, agregó Raúl Borges.
Aunque Borges ha sido descrito en algunos informes como el primer oficial del gobierno cubano condenado por espiar para Estados Unidos, su caso ha recibido poca atención de los medios de prensa en los últimos años.
Su padre declaró que Borges estudió durante cinco años en una escuela de la KGB en la antigua Unión Soviética. Fue asignado a trabajar en contrainteligencia a su regreso a Cuba y se le otorgó el título de “oficial principal”, un alto rango dentro de la comunidad de inteligencia de la isla.
Pero luego se volvió contra el sistema comunista “y su decisión fue la de combatir al régimen dentro de las propias filas del régimen”, agregó el padre.
Borges pasó a diplomáticos estadounidenses en La Habana los nombres de 26 agentes de inteligencia cubanos que estaban siendo preparados para tareas en Estados Unidos y las naciones miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de acuerdo con su padre.
Fue arrestado el 17 de julio de 1998, el mismo año en que cinco espías cubanos fueron detenidos en el sur de la Florida, juzgado, condenado y sentenciado a 30 años de prisión el 14 de enero de 1999 ante un tribunal militar de La Habana. Los fiscales habían pedido inicialmente la pena de muerte.
La sentencia también exigía condiciones especialmente duras debido a la información secreta que poseía, y Borges fue mantenido en confinamiento solitario durante sus primeros 10 años de cárcel, explicó Sánchez.
Voceros del gobierno estadounidense se negaron el miércoles a comentar sobre Borges, pero analistas de inteligencia de Estados Unidos y Cuba dijeron que tenían información de que había pasado realmente alguna información secreta.
Raúl Borges afirmó que estaba instando a Washington para que ayudara a su hijo a lograr su libertad condicional, y añadió: “Usted sabe, él contribuyó a la protección de la seguridad de Estados Unidos”.

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